El reverso de la moneda
Boimorto amaneció entre lluvia y vientos huracanados. Ya con el parte meteorológico en la mano, organizadores e invitados miraban al cielo como en un ruego imposible. La lógica de lo imponderable cayó entonces como un mazazo dolorosísimo: había que cancelar la segunda jornada del Festival. Caras apesadumbradas, ojos acuosos, la ilusión perdida entre el montón de barro que bañaba la explanada.
Ni siquiera Chris Barron, dotado de un insobornable don para la alegría, pudo evitar agachar la cabeza. Y mientras la frustración se instalaba en los rostros de quienes ya estaban en la comarca, los artistas que venían de camino recibían la noticia a través de una llamada de la anfitriona. «Con lo bien que estaba yendo todo», se lamentaba Luz ante Rosendo. Farruco Castromán, alma de la organización, regalaba abrazos con la vista puesta en la próxima edición.
Ya por la tarde, Luz se acercó hasta el Festival para agradecer el trabajo de quienes desmontaban las estructuras. Allí, en el interior de una caseta golpeada por el viento, rota en lágrimas, estaba Vega. Ambas se abrazaron, a apenas unos metros del escenario donde horas antes habían cosechado felices triunfos. El reverso de la moneda. «Vamos a quitarle drama a la despedida», sentenció Luz, con varios masters en estoicismo.
Dover, Christina Rosenvinge, Manolo García, Chris Barron, Rosendo y la práctica totalidad de los grupos y cantantes que no pudieron participar en esta edición ya han puesto sobre la mesa su compromiso para estar en Boimorto el próximo año. El Festival de la Luz se clausura de un portazo, sí, bajo la crueldad de lo incontrolable, pero deja la promesa de regresar en 2013. Nos vemos entonces.
Por Alberto Gómez Almendres.
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